ALIENTO
El final es aliento detenido en los vidrios.
Antes fueron abrazos; uñas que surcan la columna
para prender en llamas la zarza de los miedos.
Antes se elevó el polvo para cegar la rabia;
olisqueó la rehala la punta de la sombra;
le hendieron sus colmillos inoculando el frío.
Antes derrocharon los cuerpos sustancia mineral;
el azahar descolgó la osamenta de abril;
se rompió bajo un cielo que golpea en verano.
Y el final es aliento que carece de forma,
salvo la que en cristales atestigua la niña
que dibuja relojes y viejos que al beber
expulsan por error su cansancio en la copa:
un aliento primero ensayado en el último;
la última parada de un ciclo que deshace.
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