CABALLOS NEGROS
Recoger las migajas,
y en un determinado momento
los escombros,
las jeringuillas,
la muerte como un tropel
de caballos negros,
los afilados cuchillos del hambre
inhóspita de sobrevivir.
Y desentrañar que nada importa,
que todo es una mísera pestaña
que hiere la córnea de tus ojos.
Y no hay manera ni modo
de salir de allí,
de que alguien te sople
la mirada
y extraiga con sumo cuidado
la punzante espina,
los eternos altavoces
de tu oscura cabeza.
foto: Alicia Gallegos |
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